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Esta es una frase que en muchas ocasiones lo he escuchado decir a personas enojadas y que la expresan, cuando alguien les ha hecho daño.

En alguna ocasión podemos ir caminando apurados y sin querer, pasamos a llevar a otra persona. También puede ocurrir que llegamos con mucha hambre a casa y,  nos comemos el chocolate o el pancito con cecina que estaba en la mesa, sin pensar que era de nuestra hermana.

A veces caemos en la tentación del chisme y le contamos a un amigo o alguien cercano, eso que nuestro amigo nos dijo que no le contáramos a nadie.

Cuando sufrimos a manos de otra persona, nuestra inclinación natural puede ser buscar venganza. Pero causar más daño puede que no sea la respuesta o nuestra mejor manera de responder a tal situación.

La venganza es un asunto del corazón que nosotros, es decir, aquellos que seguimos a Jesús, podemos llegar a comprender mejor al leer la Palabra de Dios en busca de claridad y dirección. Cuando nos hemos ofendido, podemos preguntarnos cuál es el curso de acción justo y si la venganza está permitida según la Biblia.

La biblia tiene mucho que decir acerca de la venganza. Tanto en el hebreo como en el griego, las palabras que se traducen para «venganza», «revancha», y «desquite», tienen como su significado principal la idea de castigo. Esto es vital para entender por qué Dios se reserva para Sí mismo el derecho a vengarse.

En la Carta a los Romanos capítulo 12, la Biblia nos enseña lo siguiente: “Nunca devuelvan a nadie mal por mal. Compórtense de tal manera que todo el mundo vea que ustedes son personas honradas. Hagan todo lo posible por vivir en paz con todos. Queridos amigos, nunca tomen venganza. Dejen que se encargue la justa ira de Dios. Pues dicen las Escrituras: «Yo tomaré venganza; yo les pagaré lo que se merecen», dice el Señor”.

Esta enseñanza en el Nuevo Testamento se refiere al comportamiento de una persona cristiana, quien no deben usurpar la autoridad de Dios. Más bien, debemos permitirle que Él juzgue rectamente y derrame su disciplina divina contra aquellas personas que nos han hecho mal.

Generalmente es tentador tratar de asumir el papel de Dios y castigar a quienes creemos que lo merecen. Pero como somos criaturas humanas y si dejamos llevarnos por nuestras emociones, es muy difícil para nosotros, el vengarnos con motivos puros.

Tenemos el ejemplo del rey David, que según la Biblia dice que es un «hombre conforme al corazón de Dios». Él se negó a tomar venganza sobre el rey Saúl, aunque David era el inocente que había sido agraviado.

David se sujetó a la orden que Dios le dio de renunciar a la venganza y confiar en Él, según lo que nos enseña el libro de 1ª de Samuel capítulo 24. David le dijo a Saúl: «Juzgue el Señor entre tú y yo, y véngueme de ti el Señor; pero mi mano no será contra ti».

Si decimos que somos cristianos, tenemos que seguir el mandato del Señor Jesús registrado en el Evangelio de Mateo capítulo 5, que dice: «Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen». Dejemos la venganza a Dios.

Para finalizar, les comparto en forma extensiva lo que dice Mateo capítulo 5:”Han oído la ley que dice: “Ama a tu prójimo” y odia a tu enemigo. Pero yo digo: ¡ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen! De esa manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo. Pues él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual. Si solo amas a quienes te aman, ¿qué recompensa hay por eso? Hasta los corruptos cobradores de impuestos hacen lo mismo. Si eres amable solo con tus amigos, ¿en qué te diferencias de cualquier otro? Hasta los paganos hacen lo mismo. Pero tú debes ser perfecto, así como tu Padre en el cielo es perfecto”.


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By Diario Cóndores del Baker

Empresa productora de medios y radiodifusión