Dios quiere sólo lo mejor para nosotros. No se equivoca nunca, y nunca tiene prisa. Hacer Su voluntad es tener una vida realizada y gozosa porque somos creados para hacer Su voluntad.
La Biblia nos dice en la Carta a los Romanos capítulo 12, lo siguiente:”Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo. No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta”.
El descubrir la voluntad de Dios para nuestra vida es esencial porque, Dios tiene un plan para la vida de cada seguidora o seguidor de Jesús. Dios el Padre nos ama y quiere sólo lo mejor para cada uno de nosotros. Podemos vivir en lo bueno de esto, si vivimos según Su voluntad para nuestra vida. Dios quiere revelarnos su voluntad, tanto como revelarse a sí mismo. Por lo tanto, Dios quiere que nosotros escojamos ir por su camino. Nuestra obediencia o desobediencia a la voluntad de Dios puede afectar a otras vidas tanto como a la nuestra. El oír la voz de Dios debería de ser una de las cosas más normales en la vida cotidiana como discípulo o discípula de Jesús. Dios desea revelar su voluntad para nuestra vida y dejarla clara.
La Palabra de Dios ya nos ha sido dada, para la mayor parte de la guía que necesitamos como discípulos de Jesús. En algunas áreas de nuestra vida necesitamos guía específica y necesitamos buscar a Dios para ésta, por ejemplo, el llamamiento a ministerios, trabajo, vida matrimonial.
Dios quiere guiarnos específicamente, quiere que vivamos como vivió Jesús. Hizo sólo lo que vio hacer a su Padre en el cielo. Necesitamos que Dios nos enseñe el camino hacia adelante.
Hay una preparación práctica para discernir la voluntad de Dios. Debemos hacer que Jesús sea nuestro Señor y estar genuinamente dispuestos a hacer su voluntad. Una instrucción dada por Él, está registrada en el Evangelio de Mateo capítulo 6 y dice:”Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten”.
Deberíamos responder como lo haría Dios en cada situación dada y ser obedientes a su voluntad. Al ser humildes y escuchar a Dios en oración nos llevará a que esa práctica permita en nosotros la perfección. También deberíamos confiar en Dios, tener un corazón limpio y el Espíritu Santo debería estar libre para convencernos de toda impiedad.
Al caminar hacia la madurez, nos llevará a tener más de Dios y menos de nosotros, lo cual nos capacitará para oírle con más claridad. Debemos entender y estar conscientes de que Dios quiere hablarnos, por tanto debemos buscar cómo oírle.
Debemos aprender a tener temor de Dios, lo que significa odiar el mal y vivir a la manera de Dios. A medida que nuestra relación con Dios va creciendo, nos damos cuenta que ¡Es más difícil hacer lo que odiamos!
Al concluir debo decir que, el propósito de Dios Padre es que oigamos su voz y el lugar más seguro y productivo para oír a Dios es a través del testimonio de la Biblia.
El noventa por ciento de toda la dirección que jamás necesitaremos ya ha sido escrito en la Biblia. Necesitamos vivir con las Escrituras como pilar en nuestra vida. Sin embargo, incluso las Escrituras pueden terminar como doctrina muerta y legalismo, a menos que apoyemos la Palabra de Dios en otro pilar: el pilar del Espíritu Santo que nos hablará a través de la Biblia, Palabra de Dios para hoy.
Necesitamos recibir la Palabra de Dios porque trae fe y guía. La Palabra de Dios no quedará sin acción, sino que llevará a cabo lo que El desea y alcanzará el propósito para lo cual fue mandada
Finalizo compartiendo con ustedes lo que dice el libro de Isaías capítulo 55: “«Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el Señor—. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra! Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no vuelven allá sin regar antes la tierra y hacerla fecundar y germinar para que dé semilla al que siembra y pan al que come, así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos”.